Siempre he pensado que es importante llevar al aula de clase otros sistemas de representación que llenen de significación y de apoyo a la enseñanza de un saber específico y que, a su vez, generen interés y atención por parte del estudiante.
Sin embargo, el buen uso de estos, depende del maestro y de la manera como él oriente las actividades llevadas a cabo a través de estos medios, tales como los sonidos, las imágenes, la fotografía y, el que más me gusta, el cine, entre muchos otros.
Como sabemos, son muchas las obras literarias que han sido llevadas al cine, obras que tal vez por su extensión o complejidad, un estudiante no las lea por cuenta propia, o que si las alcanza a leer en la escuela, serán dignas de pereza y de terror por el estudiante.
Obras como Ensayo sobre la ceguera, El nombre de la rosa, El amor en los tiempos del cólera, Del amor y otros demonios, Las cenizas de Ángela; otras más clásicas como El lazarillo de Tormes, Los miserables, Romeo y Julieta, Madame Bovary y hasta el mismo Don Quijote de la Mancha, han sido llevadas al cine y, de alguna u otra manera, ésas y muchas más, son parte de la literatura universal que en la escuela, se puede dar a conocer. (Sigan los enlaces para ver los cortos de las películas)
La pregunta que cabe plantearse ahora, es ¿qué hacer en el aula de clase para realizar una lectura de una obra literaria, apoyándose del cine como elemento complementario?
Propuestas pueden surgir muchas. La mía, por ejemplo, radica en no usar una cinta cinematográfica al comienzo o al final de la lectura de la obra, sino usarla como soporte durante la lectura, con el fin de crear comparaciones, caracterizaciones de personajes, de espacios y de momentos. Así, en el momento en que el estudiante se de cuenta de que la obra y la película no son idénticas, que hay elementos nuevos y diferencias en cada una de ellas, podrá surgir en él, el interés por ambas lecturas y encontrará una nueva manera de trabajarlas. Es importante resaltar acá la labor y el acompañamiento del maestro durante estas lecturas.
De otro lado, con obras de alto grado de interpretación y de lectura, como El nombre de la rosa, se me ocurre, por ejemplo, que se encuentren escenas similares tanto en el cine como en la obra, leerlas en conjunto, reflexionarlas, generar diálogos a partir de éstas y dar a conocer varias miradas de un mismo momento en una obra literaria, a través de una película y de un libro y con esto, llevarse a cabo la posibilidad de leer una obra en su totalidad o realizar, simplemente, pero sin menor importancia, una iniciación a procesos de lectura.
Esa es mi propuesta y mi opinión, ahora es el turno de ustedes…
Laura Giraldo García